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Propone un modelo en el que el proceso de enseñanza–aprendizaje se centra en el alumnado, sus intereses y sus individualidades. Alumnos y alumnas se convierten en agentes activos y protagonistas de su propio proceso de aprendizaje.
El acercamiento vivencial y experimental al conocimiento. La importancia de salir del aula para interactuar y aprender con las posibilidades que ofrece el entorno. Los alumnos y alumnas se convierten en investigadores que observan, consultan y actúan.
Los objetivos educativos partiendo de los intereses del alumnado, respetando sus individualidades, y celebrando y enriqueciéndose con su diversidad. Es algo que se pueden y se deben alcanzar.
La inteligencia emocional, capaz de crear un entorno seguro y potenciar la autoestima como base sólida para construir los aprendizajes. Eso se consigue a través de una evaluación diaria y continua, que tiene en cuenta las competencias del alumnado y que les ayude a discriminar sus fortalezas y debilidades.
La evaluación educativa, personalizada, sistemática y continua, con instrumentos y estrategias variados. Que evite los trasladar directamente y/o únicamente, a los alumnos del Primer Ciclo de Educación Primaria, las notas numéricas. Además de considerar la necesidad de introducir formas de autoevaluación.
El trabajo realizado durante el periodo lectivo como necesario y suficiente. Los deberes se realizarán de forma puntual, justificada e individualizada. En casos y momentos concretos se abordará como compromiso con el alumnado y las familias.
La innovación y la formación sistemática para la mejora de los procesos de enseñanza y aprendizaje. Capaz de dar respuesta a una sociedad que cambia a un ritmo muy rápido. La creación de materiales propios de aprendizaje y fomentando la elaboración de proyectos interdisciplinares.
La incorporación de la naturaleza al proceso formativo de construcción de la identidad, el uso reponsable de los recursos naturales y el desarrollo sostenible. Fomentando la reutilización y el reciclaje en todos los ámbitos de la vida escolar.
La unificación y coordinación pedagógica que permita un funcionamiento cohesionado, progresivo y coherente de todos los grupos y niveles.
La participación como forma de colaboración estable, coherente y constructiva; que permita y facilite el intercambio de información; el planteamiento y desarrollo de ideas y experiencias; el contraste respetuoso de opiniones y la búsqueda conjunta de soluciones y mejoras en la gestión del centro. Una participación basada en el respeto a las distintas funciones y responsabilidades.
Este centro busca dotar al alumnado de los hábitos, capacidades e instrumentos básicos que le permitan adquirir un adecuado nivel de conocimientos y una actitud de aprendizaje positiva y constante en su vida.
Entiende la educación como un proceso integral que tiene como objeto desarrollar las capacidades de nuestros alumnos y alumnas en todas sus dimensiones, de forma que sean personas aptas para el ejercicio responsable de la ciudadanía democrática. Creando una “cultura de centro” en la que se produzca un sentido de pertenencia, un referente en las actuaciones y en la gestión de diferentes situaciones.